Macedonio Fernández, el “Sócrates criollo”

GENERAL

Este viernes se cumplen 71 años del fallecimiento del primer presidente de la Biblioteca Popular Posadas. Está considerado como «creador de la nueva novela latinoamericana».

Este viernes se cumple un nuevo aniversario, el número 71, de la muerte de Macedonio Fernández. El abogado y escritor caminó y conoció la Posadas de principios de siglo XX. Aquí ejerció la profesión y llegó a presidir la Biblioteca Popular Posadas.

Buscó en la geografía misionera las bambalinas de un escenario que le permitiese evadirse de la realidad que le proponían los grandes centros urbanos.

Nacido el 1 de junio de 1874 y fallecido el 10 de febrero de 1952, fue el creador de la nueva novela latinoamericana, que se apartó de los cánones tradicionales y llevó la narración hacia la fantasía y la imaginación creadora.

Entre sus obras principales se encuentran: “Papeles de recienvenido” (1929), “Una novela que comienza” (1941) y “Continuación de la nada” (1949). A él se debe el primer acercamiento a la novela mimética.

“Pensemos que somos, acaso, la primera nación de América Latina que está ensayando, ensayando con felicidad, la literatura fantástica -dijo Borges en una entrevista- pensemos que en casi toda la América latina la literatura no es otra cosa que un alegato político, un pasatiempo folclórico o una descripción de las circunstancias económicas de tal o cuaI clase de población, y que aquí, en Buenos Aires, ya estamos inventando y soñando con plena libertad”.

El primer auténtico cuestionamiento de la realidad misma, y por ende de la novela mimética, se debe en Hispanoamérica a Macedonio Fernández. Está claro que la familiaridad de Macedonio, como poeta, con las doctrinas del creacionismo y del ultraísmo hubiese reforzado su deseo de romper con el realismo, pero la clave de la comprensión en Macedonio es, por lo menos en su prosa el tema de la muerte, aunque en algunas de sus poesías quizá abre otra perspectiva: la de un idealista filosófico de los más intransigentes.

Para él, “ser” es literalmente “ser percibido”. Fuera de la percepción no existe nada, ni siquiera el sujeto individual que percibe. Desaparecen tanto la identidad personal como la cosa en sí. No quedan más que estados de una sola conciencia que incluye sujeto y objeto en un todo indivisible: un infinito fenómeno psíquico.

Para entender el mundo de Macedonio hay que tener en cuenta que es una serie de procesos mentales que no se desenvuelven en el espacio, sino de modo sucesivo en el tiempo, el mundo interpretado según el monismo o idealismo total.

Para Macedonio todo cuanto es y hay es un sentir, y es lo que cada uno de nosotros ha sido siempre y continuadamente.

Enunciadas por primera vez sistemáticamente en “Doctrina estética de la novela”, las ideas sobre la novela de Macedonio cuajaron más tarde en una provocación a la escuela realista, un programa total de desacreditamiento de la verdad o realidad de lo que cuenta la novela.

En la novela tradicional todo el goce del lector consiste en la suspensión voluntaria de la incredulidad y en la autoidentificación con los personajes y las situaciones. A todo eso Macedonio lo llama, con el
máximo desdén, “la alucinación“. Lo que él busca, en cambio, es algo muy distinto: la conmoción de la certeza del ser.

Dijo Macedonio Fernández:

“He logrado en toda mi obra escrita ocho o diez momentos en que, creo, dos o tres renglones conmueven la estabilidad, la unidad de alguien. A veces creo, sin embargo, que la literatura no existe porque no se ha dedicado únicamente a este juego de desidentificación”.

Cinco frases icónicas de Macedonio

“Vigilia no eres todo. Hay lo más despierto que tú: la mística”.

“Parece que se parecen tanto los ensueños y la realidad, que no vale la pena de conservar la clasificación”.

“Fueron tantos los que faltaron que si falta uno más no cabe”.

“Soy tan distraído que iba para allá y en el camino me acuerdo que me había quedado en casa”.

“Postergada la lluvia por mal tiempo”.

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