Efecto Batakis: La relación entre Cristina y Alberto está peor que antes

GENERAL

El lunes a las 21.00 se produjo la reunión presencial entre el presidente y la vice, pero los entretelones de la charla siguen filtrándose con el paso de las horas.

El encuentro había sido acordado el domingo, en plena crisis provocada por la renuncia del ministro de Economía. Pero la resolución de la situación que provocó incertidumbre social y una disparada del dólar, terminó en un emparche, con un Sergio Massa otra vez postergado en su intento de tomar el control del gobierno nacional, y con una anunciada recomposición profunda del gabinete que se limitó a la designación de la polémica Silvina Batakis.

Aunque no lo acepten en público, ambos perdieron con esta resolución. Alberto Fernández se quedó sin otro ministro (“EL” ministro del presidente, para peor) y Cristina Kirchner, al aceptar el nombre de Batakis, se quedó por un tiempo sin argumentos para diferenciarse del gobierno nacional y armar por su cuenta de cara a 2023.

En efecto, ¿cómo podría criticar constantemente la gestión de Batakis -tal como lo hacía con Guzmán– si ella misma la sugirió, aunque sea de manera indirecta? Más aún si consigue algún éxito en el control de la inflación, o en el ablandamiento de las condiciones impuestas por el FMI.

La llegada de la nueva ministra es asociada con un triunfo de Daniel Scioli frente a su archirrival Sergio Massa. Pero, en realidad, desde el inicio de la gestión actual, la economista revista a las órdenes de Wado de Pedro, que fue quien sugirió su nombre inicialmente el día sábado al atardecer. Llamativamente, el otro que la propuso fue Santiago Cafiero. Es que Batakis es como la avena: no hace daño, pero nadie sabe para qué sirve.

Con la salida de Guzmán, el reparto de poder dentro del gabinete lo va dejando al presidente prácticamente aislado: Con el cuestionado Claudio Moroni en Trabajo, un Santiago Cafiero que adoptó un perfil bajo y un Aníbal Fernández que tiene juego propio, ya que Juan Zabaleta y Gabriel Katopodis se fueron con Cristina, un Jorge Ferraresi que volvió al redil del Instituto Patria aún antes, y Julián Domínguez, que eligió participar del acto de CFK en el homenaje al fallecimiento del general Perón.

Apenas sí Alberto Fernández cuenta con Vilma IbarraGustavo BélizJuan Manuel OlmosJuan Pablo Biondi y Gabriela Cerruti. Pero ninguno es ministro ni maneja cajas públicas. El presidente es el único que vive en la fantasía de que es aún el presidente, más allá de su nominación formal.

La CGT, por su parte, mantuvo un significativo silencio. No celebró la asunción de la nueva ministra, sólo se limitó a esperar resultados, mientras que algunos de los “gordos” incrementaron sus contactos con Mauricio Macri.

Cristina Kirchner fue a Olivos el lunes en pie de guerra. No paró de sopapear a Alberto, ni de exigirle la toma de decisiones urgentes, entre las cuales se destacaban dos temas: la eyección de los funcionarios del Movimiento Evita de la gestión y la resolución de su situación judicial urgente. Este último es un tema que le preocupa, porque sabe que, en la medida en que la crisis se incremente y el gobierno se siga deteriorando, su libertad corre cada vez más riesgo.

Otros temas de importancia fueron las tarifas de los servicios y allí la vice exigió que no se tocaran a los funcionarios de Energía. En todo caso, Federico Basualdo podría reemplazar a Darío Martínez. La otra cuestión, fue la necesidad de incluir en el gabinete a Sergio Massa, quien estaría afectado por la designación de Daniel Scioli, de Batakis después y, sobre todo, por la negativa a otorgarle el “superministerio” que reclama hace tiempo para afrontar la crisis.

Massa viene postergando la reunión del Congreso del Frente Renovador, a la espera de una mayor incidencia dentro del gobierno nacional, con la presión adicional de muchos cuadros de su espacio que le plantean la necesidad de romper con el Frente de Todos para no quedar atados a su destino.

El diagnóstico de Cristina Kirchner sobre la economía argentina es turbulento, y así se lo expresó a Alberto FernándezJuan Grabois lo confirmó con una frase terminante: “Hace un año y medio me dijo ‘estamos en riesgo de entrar en una hiperinflación’. Hay una situación muy jodida, hay una crisis de deuda, no se resuelve fácil».

Con esta hipótesis de trabajo, Batakis está llamada a ocupar el papel de Jorge Remes Lenicov durante el gobierno de Eduardo Duhalde: tomar medidas indispensables pero desagradables, que condicionarán su futuro. La única que parecía ignorarlo era la propia ministra al momento de asumir, ya que fue la única de la decena de economistas a los que se les ofreció previamente dispuesta a aceptar. Pero comenzó a vivir sus consecuencias desde el martes, cuando varios profesionales ligados al cristinismo, a los que les ofreció cargos en el ministerio, le contestaron con la negativa “por orden de Cristina”.

Si bien la vicepresidenta fue quien sugirió su nombre por vía indirecta, a través de Wado de Pedro, ahora desea “despegarse” de esa decisión para poder continuar con su política de desgaste sobre el presidente.

La reacción de los mercados fue destructiva, sobre todo a partir del martes, ya que el lunes no operó la Bolsa en los Estados Unidos. El dólar blue llegó a tocar los 295 pesos el lunes, para luego caer hasta los 250 actuales. Pero esa caída, que es presentada por el gobierno como una señal de “confianza”, en realidad fue la consecuencia de la agresiva intervención del Banco Central en el mercado ilegal, con el riesgo de haber salido a vender divisas que no son propias, sino de los encajes bancarios. Los especuladores –y cualquier argentino al que le sobre un cobre- seguirán comprando a este precio hasta que la injerencia oficial no pueda sostenerse. Y allí tocará niveles siderales, según coincide buena parte de los economistas.

El otro punto que sostiene esta hipótesis es la salvaje remarcación de precios, que permite esperar que la inflación de julio supere los dos dígitos. Entre los aumentos de la semana pasada y la actual, la mayoría de los productos subió entre 35 y 40 por ciento, para cubrirse de las consecuencias de una eventual subida drástica del dólar o de una devaluación que resulta inevitable. En ciertas actividades –sobre todo vinculadas a la construcción- se hacen entregas con facturas en blanco, que serán rellenadas en el momento oportuno.

Lejos de propiciar la calma, el reinicio del “diálogo” entre Cristina Kirchner Alberto Fernández no hizo más que profundizar el conflicto. La semana pasada el presidente otra vez le ofreció la renuncia a su mentora, pero esta se negó, ya que no quiere pagar el costo de las decisiones desagradables que deberán adoptarse en los días sucesivos.

También queda claro que, pese a la desmentida de Juan Manzur del día lunes, los cambios en el gabinete continuarán. Cuanto más se demoren, más daño experimentará el gobierno y la economía nacional y, los sectores populares. Y, por si fuera poco, el FMI liquidó las ilusiones de Batakis al anunciar que no discutirá la redefinición de metas durante el curso de este año.

De este modo, sin poder político propio, sin mayores respaldos e inmersa en la controversia entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández, la nueva ministra se encamina al sacrificio. Se vienen días decisivos, y no sólo en la economía.

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