Verano con 14 ahogados: piden que municipios inviertan en seguridad

GENERAL

La muerte de Brian Encina en Santa Ana puso de nuevo en escena esta necesidad. En Misiones, los guardavidas habilitados son 147 y la mayoría está en Posadas

Hubo catorce personas ahogadas en los ríos y arroyos misioneros en lo que va de la temporada, desde octubre del año pasado al presente marzo. Una de las víctimas más recientes es Brian Encina, de 21 años, quien desapareció de la superficie del río Paraná a la altura de Santa Ana y fue hallado sin vida el lunes pasado. En este marco, es de vital importancia la inversión en materia de capacitación y de sueldos para los guardavidas, sobre todo en las localidades del interior provincial, desde donde arriban personas a Posadas para practicar la profesión, generando una merma de profesionales de este tipo en sus lugares de origen.

Asimismo, no todos los lugares cuentan con guardavidas y se desconoce si en Santa Ana hay personal certificado. En este sentido, Franco Bacigalupi, director de Seguridad Acuática, afirmó que el municipio no está adherido a la Ley de Seguridad Acuática. En diálogo detalló que los guardavidas habilitados para custodiar las costas son 147, pero se requiere más personal. Recalcó: “Necesitamos más escuelas de guardavidas y gente que tenga ganas de trabajar en esta profesión, que no es constante, porque son pocos los lugares en los que se puede trabajar, y el trabajo es por temporada”.

La necesidad se hace más pronunciada en las localidades del interior, lugar de origen de muchos  guardavidas que viajan a Posadas “y se quedan acá porque tienen mejor sueldo o porque les gusta la ciudad”. Esto implica que no vuelvan a los municipios y esa es una verdadera problemática que acusan los intendentes.

Se suman los costos que implica contar con un guardavidas, ya que por hora se paga, aproximadamente, entre 350 y 400 pesos, esto es, un sueldo cercano a los 90.000 pesos. Sin embargo, la prioridad es la vida y valorar a los rescatistas “que realizan un trabajo de prevención, ya que están capacitados para un rescate y los primeros auxilios”, remarcó Bacigalupi.

Los ahogamientos se intentan evitar a toda costa con los guardavidas apostados en todos los balnearios habilitados de la provincia en la zona Sur, pero en muchos casos son inevitables, de acuerdo con el funcionario, quien explicó que los números de accidentes se obtienen desde el comienzo de la temporada, que se engloba desde mediados de octubre, porque es cuando la gente comienza a ir a arroyos y balnearios, hasta abril.

Afortunadamente, “las cifras son bajas en comparación con años anteriores y con los calores de esta temporada, pero no podemos llegar a cero porque siempre habrá una cantidad de gente que se ahogará”, lamentó.

En referencia a los cuidados que se deben tener para evitar dichos accidentes, Bacigalupi manifestó que cuando se utilice un elemento flotante como una pelota o una cámara, de todas maneras no se debe confiar en la capacidad de nado propia. De hecho, en el caso de la muerte del joven Encina hubo una persona que intentó ayudarlo, “se tiró a nadar y creo que fue llevada al hospital por cansancio extremo debido a la adrenalina del momento que se genera, porque uno quiere ayudar, pero también se puede ahogar”, precisó.

Por esta razón, instó a valerse de algún elemento para acercarse a la persona que se está ahogando. Puede ser una conservadora que se lleve a la playa, botellas o flota-flota. Así se puede evitar que haya más víctimas, ya que en el afán de querer ayudar, el socorrista puede resultar ahogado porque la víctima busca sujetarse a él.

La Ley de Seguridad Acuática, sancionada en 2010, fue impulsada por profesionales y los familiares de las víctimas de la Tragedia del Paraná.


El pánico también causa accidentes
Uno de los inconvenientes más comunes para la seguridad acuática es que no se respetan las advertencias de los guardavidas en localidades habilitadas, como por ejemplo en Posadas. A esto se añaden las características de la topografía regional. “Nosotros tenemos una superficie dentro del agua que es muy irregular. Por ejemplo, yo puedo estar parado con el agua que me llega hasta la cintura y a un metro de distancia de otra persona a la que le llega al cuello”, ilustró Bacigalupi.  Este es el motivo por el cual el boyado no es recto la mayoría de las veces: puede estar ubicado más adentro de la superficie acuática o más cercano a la costa. De este modo, el funcionario solicitó precaución a los ciudadanos, dado que “en Posadas, el agua hasta un poco antes de Santa Ana no corre tanto como antes, pero sí en zonas como Montecarlo, Eldorado y Puerto Rico”.

En específico, el Paraná es un río con muchos remansos producto de la gran cantidad de piedras en las que golpea la corriente. “Uno se da cuenta de que hay un remanso cuando ve que el agua del río va hacia una sola dirección y hay un sector donde el líquido va al revés”, explicó.

“El problema del agua es el pánico. Si se traga el líquido y se entra en pánico, la persona se bloquea porque se desespera. No puede sacar la cabeza del agua, no puede respirar, quiere respirar más y es cuando traga más agua”, de forma que el miedo aumenta, advirtió. Esto puede ocurrir incluso si se sabe nadar y no están exentos ni siquiera los guardavidas. En esos casos se recomienda calma.

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